Vinos

Perez Barquero: vinos de calidad con una imagen renovada

El pasado día 10 de junio, como magnífico broche final de la temporada de catas formativas que comenzó en septiembre pasado, tuvimos la fortuna de disfrutar de unos excelentes vinos de Montilla-Moriles del Grupo de Bodegas Perez Barquero. La «Tertulia Andrés Muñoz», de la Asociación Sumilleres de Córdoba, llevaba mucho tiempo con ganas de profundizar más en sus ya conocidas y cuidadas elaboraciones, y como novedad, también quería conocer de primera mano la nueva imagen comercial que han preparado para sus vinos, que como sabemos tienen un mercado internacional amplísimo. Hoy, Antonio Flores y Joaquín Morales queremos dejar este post en nombre propio, y si nuestros compañeros nos lo permiten, en nombre  también de la Asociación de Sumilleres de Córdoba.

El grupo PEREZ BARQUERO lo componen las bodegas Gracia Hermanos, Tomás García, Cía. Vinícola del Sur y la propia bodega Pérez Barquero, que data nada más y nada menos que de 1905. En nombre del grupo, Adela Córdoba (Directora de comunicación, marketing y publicidad) y José Ruz (Director comercial), fueron los encargados de ilustrarnos inicialmente con una amplia exposición de su historia, sus comienzos, las vicisitudes por las que han pasado, la superficie actual de viñedos, el uso especial de los lagares, …, hasta proporcionarnos una idea clara de lo que es el grupo empresarial hoy y sus pretensiones cara al futuro. Posteriormente se ponen «manos a la obra» para dirigir lo que a la postre constituyó una cata muy especial, tanto por la calidad de lo catado como por comprobar que cerca están nuestros vinos físicamente y cuan valorados son en lugares lejanos.

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En estos momentos iniciales, las palabras de presentación de Adela y Jose estuvieron acompañadas con su pionero vino joven  el Viñaverde 2018 de Bodegas Gracia, muy conocido por todos, elaborado hoy a partir de un «coupage» de tres uvas, Pedro Ximénez, Moscatel y Verdejo. Un vino joven muy floral, con una buena acidez, de vendimia temprana y, que servido muy frío, nos encantó a todos. Su nueva etiqueta representa perfectamente esa frescura y toque floral que tiene el vino. Sin duda, una buena introducción para «abrir boca» a lo que se avecinaba.

A continuación, una vez en el patio y con las mesas preparadas para cata, conocimos a Fresquito Tinaja 2018 de bodegas Pérez Barquero. Muy curioso nos resultó saber que este vino, hasta hace poco, sólo se comercializaba en el extranjero, siendo especialmente demandado en Inglaterra y Suecia. Fresco y frutal, es un vino perfecto como iniciación o acercamiento a nuestros generosos más complejos de Montilla-Moriles. Un cóctel de marisco, elaborado por Antonio Flores, resultó una plato en perfecta armonía con este vino de tinaja limpio y brillante, servido muy frío.

Pasamos después a catar dos finos, con muy buena crianza: Solera Fina María del Valle en rama, de bodegas Gracia Hermanos, con 8 años en sistema de criaderas, y presentado  muy acertadamente en botella de 3/8. Un gran vino, con una perfecta nariz, límpido y brillante, como deben de ser los vinos en rama, totalmente opuesto a los vinos turbios y con “olor a caño”, características muchas veces erróneamente ensalzadas, desde nuestro punto de vista. Junto a éste se sirvió un clásico, Gran Barquero Fino, pero con un nuevo etiquetado que hace a la botella muy atractiva, al igual que el detalle que aparece en ella indicando sus 10 años de crianza en bota que lo avalan. Nariz perfecta, buen paso por boca, elegante, todo lo que se diga es poco. La pasión trasmitida por Adela Córdoba y Jose Ruz en estos momentos nos hacía ver claramente la herencia  recibida, desde su entorno familiar, de respeto por el trabajo bien hecho y como consecuencia, por un resultado sublime. Estos dos vinos los maridamos con unos boquerones en vinagre, una delicia, que nos preparó para esta ocasión Araceli Teba.

62338156_481948165909920_7537447818118561792_nLe tocaba el turno ahora a uno de los vinos más esperados y siempre deseado: Gran Barquero Amontillado, con el nuevo etiquetado que hace referencia expresa a sus 25 años de crianza media; y desde luego colmó todas las expectativas. Gran y profunda nariz con los aromas que conlleva este vino de crianza biológica en sus primeros años, frutos secos, en boca elegantísimo, largo postgusto…, en pocas palabras «un vinazo». Armonizado por un plato de pavo con un escabeche muy bien elaborado, trabajo de Antonio Flores, y que fue muy del gusto de los contertulios

C62234138_481948172576586_6735350434933768192_nasi para finalizar, otro de los vinos más esperados: Gran Barquero Palo Cortado, de aroma amontillado y boca de oloroso, novedad de la gama, también con la nueva imagen de etiquetado de la marca y 25 años de media. Gratísima sorpresa que nos llevamos, con una nariz de altura, gran boca, complejísimo, larguísimo postgusto…, en definitiva nos encantó. Un gran logro de la Bodega que hará las delicias de los grandes seguidores de este tipo de vinos. Creemos que su tendencia será al embotellado en 1/2 o 3/8. Ya se sabe, «… las esencias como está en frascos pequeños…!!!. Para su maridaje, nuestra compañera y admirada Miriam Cózar, nos preparó un plato expresamente pensando en el vino, de corte thailandés, donde al calabacín, zanahoria, col y setas se unía el contraste de las gambas, la leche de coco, el pique del chile, el toque cítrico de la lima y la presencia inconfundible del cilantro. El resultado final armonizaba perfectamente con la complejidad del vino.

Por último, para el postre, probamos el nuevo Vermut Barquero, donde además de un buen vino de base, entre otros botánicos destacaba la canela. Servido con naranja y hielo, se potenciaban y enriquecían todos sus aromas como si de una infusión fría se tratara. Para éste preparó Araceli Teba un bizcocho de naranja con sus ralladuras y rociadito de chocolate negro por encima, que le iba perfectamente y que estaba «para chuparse los dedos».

Noche perfecta, con el grupo Pérez Barquero, la calidad siempre de sus vinos, y las extraordinarias presentaciones de Adela Córdoba y José Ruz. Gracias por hacernos pasar un rato memorable, que tardaremos mucho en olvidar, y que sin duda servirá para debatir   y profundizar en nuestra Tertulia sobre nuestros vinos de Montilla-Moriles y sus elaboradores.

por Antonio Flores y Joaquín Morales

Historias de vino: de «mojón» a catador

La palabra mojón tiene varias acepciones en nuestra lengua. Entre las más conocidas encontramos la que se refiere a un poste de piedra para marcar el límite de un territorio o de una propiedad, o para indicar las distancias o la dirección en un camino. Otras veces, en determinados lugares, se refieren a un mojón para hablar de un pieza cilíndrica, generalmente de madera, que se usa en cierto juego poniéndola vertical en el suelo y colocando sobre ella monedas apostadas por los jugadores, que deben conseguir derribarla tirando un tejo contra ella para llevarse las monedas de la apuesta. Y, como no, también es un mojón o zurullo, la porción compacta de excremento humano que se expele de una vez.

Sin embargo, hay una cuarta acepción, menos o nada conocida, del término mojón y es aquella que hace referencia a la persona que se dedica a probar o catar vinos para informar de su calidad y de sus propiedades, quizá procedente del occitano moisson o ‘borrachín’.

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En nuestra literatura, probablemente sea Don Miguel de Cervantes el principal referente en el uso del término mojón, haciendo constante referencia a quien manifiesta la cotidianeidad, digamos, la familiaridad con el líquido elemento que hace felices a los hombres. En las obras del siglo de oro encontramos un mojón de excepción que es inexcusable nombrar: Sancho Panza.

De hecho, fue Cervantes lo que en sus tiempos se llamaba un “mojón”, y hoy diríamos un degustador fino, un catador o una buena “nariz”. Distinguía por el olor y el paladar, al igual que Celestina, las diferencias de gusto que dan a sus vinos las diversas tierras y vidueños de España, y hasta presumía de ello. Amaba el vino y, como a Sancho, le resultaba duro verse obligado a pasarse sin él:

En el “Quijote”, Sancho Panza figura como empedernido bebedor y buen conocedor del vino que bebe. Desde luego, de aventajado catavinos él presume. No sorprende por ello que Tomé Cecial, el escudero del Caballero del Bosque, le llame «¡Bravo mojón!», cuando, tras largo trago, Sancho descubre ser de Ciudad Real y añejo el vino que, poco antes, le había ofrecido aquel en su bota. A lo que el manchego le responde que «no hay de qué maravillarse», pues el «instinto tan grande y tan natural» que tiene «en esto de conocer vinos» ha heredado.«Tuve en mi linaje por parte de mi padre -dice- los dos más excelentes mojones que en luengos años conoció la Mancha «.

Los siglos XVI y XVII señalan la culminación de la cultura nacional en todos los aspectos.  Nuestra literatura alcanza cimas de perfección insuperables en todos los géneros. Es la época de Garcilaso (1501 – 1536); de Santa Teresa de Jesús (1515-1582); de fray Luis de León (1527- 1591); de Cervantes; de Góngora (1561-1627); de Lope de Vega (1562- 1635); de Quevedo; de Calderón de la Barca (1600-1681); y de Baltasar Gracián (1601- 1658) 

Entonces se acopia y formula la experiencia acumulada sobre el vino; se valora su calidad, según su producción por las distintas tierras de España; y adquiere reconocimiento el catador o mojón en la medida que lo va perdiendo el tabernero como experto, que no la taberna.

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En los siglos XVI y XVII, el vino que no se compraba directamente a los elaboradores –«herederos»se les llamaba- se vendía en los sitios destinados a su consumo. Tabernas y taberneros constituían la cadena comercial de este producto tenido por básico junto con el pan y el aceite.

No había población que se preciase que no contara con varias tabernas. Cerca decuatrocientas estaban abiertas en Madrid hacia el año 1600,y este número fue creciendo al compás del vecindario.

Las tabernas eran el punto de encuentro y desencuentro de la gente de entonces. Valga la anécdota de como dos de nuestros más inspirados escritores, asiduos a ellas, deponen sus viejas cuestiones ante unas tazas de vino. Y, un tercero, que sufre los ataques de ambos- tal vez Góngora-, publica en verso la noticia:

Hoy hacen amistad nueva,

Más por Baca que por Febo,

don Francisco de Quebebo

y Félix Lope de Beba

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Bernardo venenciando

 

Bodegas Viña Ijalba, historia de una gravera riojana

Con tres ideas muy claras cerramos ayer nuestra segunda cata formativa de la temporada en la Asociación de Sumilleres de Córdoba, en esta ocasión dirigida por la Bodega riojana Viña Ijalba y su director comercial Paco Balda:

  • armonía con el entorno
  • producción ecológica
  • recuperación de variedades de gran valor agronómico.

Tres ideas para elaborar unos vinos de calidad muy personales y muy en consonancia con los gustos de una época en la que la diversificación y la diversidad mandan. Y dónde todos elementos de producción son analizados minuciosamente, aportando cada uno de ellos un valor diferencial al resultado final.

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El origen de esta bodega parece reconciliar a Dionisio Ruiz Ijalba, en 1975, con el medio que propiciaba su actividad principal, y es que en ese año plantó su primer viñedo sobre una antigua gravera que venia explotando su familia, y que fue recuperada con gran acierto para la viticultura. Como si quisiera devolver a la tierra lo que antes le había sustraído, a un terreno ya explotado, añadió entre 50 y 60 centímetros de suelos pobres procedentes de desmontes de caminos, reproduciendo de manera fiel los suelos tradicionales de la viticultura tradicional de La Rioja: escasas producciones, terrenos en laderas, poca profundidad y poco fértiles.

Comenzaba ahí el camino de Viña Ijalba, que sería posteriormente bodega en 1991. Una bodega pionera en la elaboración de vinos ecológicos en La Rioja, siguiendo las técnicas tradicionales y respetando al máximo, hasta hoy, y después de tres generaciones, su compromiso con el medio ambiente.

De otro lado, Viña Ijalba participa desde su origen en diferentes proyectos junto a centros de investigación para la recuperación de variedades autóctonas de Rioja. Variedades muy minoritarias que tradicionalmente habían dotado de carácter a los vinos de esta Denominación de Origen y que prácticamente habían sido dadas por desaparecidas. Con esta inquietud, Viña Ijalba ha contribuido a proteger la biodiversidad de Rioja y se ha convertido en la primera bodega del mundo en elaborar vinos íntegramente con Tempranillo Blanco, Maturana Blanca, Graciano y Maturana Tinta.

La magnífica y diversa cata de ayer versó principalmente sobre esos vinos elaborados a partir de variedades recuperadas, muy interesantes, que constituyen toda una lección de viticultura moderna enlazada con una tradición casi desaparecida. Colores, aromas y sabores afortunadamente rescatados:

  • Ijalba 100% maturana blanca 2017, brillante, muy untuoso. Primer vino en el mundo elaborado con esta uva.
  • Ijalba 100% tempranillo blanco 2017, seco, frutado y equilibrado. El primero comercializado en el mundo de esta variedad.
  • Ijalba 100% graciano 2016, madurado en bodega 10 meses, sin filtrar. Atractivo rojo picota, con mucha capa, carnoso y frutal. Primer graciano 100% ecológico
  • Ijalba 100% maturana tinta 2016, maloláctica y madurado en bodega 10 meses, sin filtrar. Primer vino en el mundo elaborado con maturana tinta.
  • Ijalba blanco crianza 2016, un vino ecológico experimental con 8 meses de barrica nueva de roble: 50% viura, 30% maturana blanca y 20% tempranillo blanco

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Además tuvimos ocasión de catar otros vinos de un corte más clásico riojano:

  • Ijalba Genolí 100% viura 2017, de acidez fresca y aroma intenso a manzana verde
  • Ijalba cuvée 2016, sin filtrar de 70% tempranillo, 20% graciano y 10% maturana tinta, 12 meses en roble americano
  • Ijalba crianza 2015, 12 meses en barrica y 12 meses en botella

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En definitiva, 8 vinos que fueron la síntesis de la diversidad y el abanico de posibilidades que se nos abren cuando ponemos un poco de imaginación, simplemente combinando elementos que tenemos al alcance: suelos reutilizables, una historia vitivinícola que nos enseña, respecto al medio ambiente con todas sus consecuencias, hábitos saludables, una cultura ancestral del vino, el esfuerzo y dedicación necesarios y la pasión por tu tierra.

Enhorabuena Ijalba por esos vinos y por esa lección magistral desde La Rioja.

En cuanto a las armonizaciones de vino y tapas, tuvimos ocasión de probar 8 productos, fruto del trabajo voluntario de miembros de la Asociación, profesionales algunos de la talla de Adri, u otros que se auto proponen de manera muy loable como foodies coyunturales, como es el caso de Antonio Flores, Gertru o Araceli.

Araceli nos preparó un salmón y bacalao ahumados y una ensaladilla de bogavante muy acertados los tres con los blancos más frescos y afrutados de Ijalba. Antonio Flores preparó un tirabeque que acompañó bastante bien al Ijalba Maturana blanca. Gertru nos sorprendió con un arroz negro Imperial japonés, un ajoblanco con manzana verde y pasas y unas anchoas del cantábrico sobre tosta de pan con mermelada de higo, tres platos que acompañaron a los tintos tempranillos. Para la graciano Adri nos elaboró una tarta con quesos azules de Valdeón y Stilton que estaba para chuparse los dedos.

Seguimos aprendiendo, que para eso son nuestras catas !!!

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Primogénito 2017: el nacimiento de un vino

Todo comienza con la vendimia de uvas tintas en las Bodegas El Pujío de Puente Genil, de Agustín Reina, una bodega a la que el tiempo dará la razón por el único camino posible: la calidad. Tres días claves de este año de 2017 -del 9 al 11 de agosto- que con la corta de la uva culminan un cliclo natural para comenzar otro apasionante. La transformación del mosto de la uva en vino, que en este caso lo beberemos allá por las Navidades de 2018.

 

Nada puede fallar. Se respira el nerviosismo…

La vendimia es el punto de inflexión del trabajo de todo un año en el campo. Todas las personas parecen más unidos que de costumbre, pero aún así, hay nerviosismo.

La corta de la uva en el Pujío se hace a mano, aunque podría mecanizarse porque su conducción en espaldera lo permitiría. Pero la decisión está tomada: una selección y corta cualitativa de los racimos in situ resulta más adecuada para el objetivo que la bodega persigue. Comienza a las 5:30 de la madrugada con su capataz, Jesús Jurado, al frente de una cuadrilla de 12 personas. Aún no ha amanecido, se hace necesaria la luz artificial hasta que el sol ayude.

 

Las primeras horas son claves, más frescas.

La uva, de la variedad syrah,  este año viene pequeña de grano, pero con buena acidez y nivel de azúcar. Esperan recoger 35000 a 40000 kilos de uva en las 8 hectáreas de viñedo, con un rendimiento estimado del 70%, en un trabajo duro e intenso de tres días.

Viña, Lagar y Bodega están en la misma finca, lo que hace que el transporte de la uva sea muy rápido, preciso y de calidad, gracias también a la habilidad de Manolo y Antonio, tractoristas muy avezados. Las cajas de uva, de 18 kg para mantener el fruto entero, son recibidas en el Lagar, por Laura Jurado, que permanentemente cuenta y recuenta bajo la supervisión de la enóloga, Cristina Osuna. Es preciso confirmar que su estimación de almacenamiento posterior en los depósitos es acertada.

 

Recepcionada la uva se deposita directamente en la estrujadora-despalilladora donde se le añaden los sulfitos oportunos para una buena conservación. Con cierta rapidez, de un lado salen los raspones y de otro, bombeados a los diferentes depósitos de acero inoxidable con control de temperatura, los granos de uva ligeramente rotos por una presión mínima y desprendiendo ya el mosto que en unos días será vino.

En el camino hacia esos depósitos ya llevan, además de sulfitos, una solución de enzimas pectolíticas para extraer al máximo el color y el aroma del mosto en contacto con la piel y las pepitas. Rocío Reina, futura enóloga, bajo la supervisión de Cristina, va añadiendo y dosificando las cantidades. Una vez en los depósitos, y tras el tiempo que Cristina estima por su experiencia de campañas anteriores, se añaden levaduras seleccionadas para provocar la fermentación alcohólica a una temperatura controlada de 24º. Continuamente se toman muestras para ver la evolución del color. En tan sólo un día ya presenta un violáceo muy débil aún pero que promete.

 

Culminada la fermentación alcohólica, que le llevará entre 7 y 10 días, permanecerá el mosto, ya vino, macerando con los hollejos de 6 a 8 días más, al objeto de extraer todos los componentes aromáticos y de color posibles de la piel de la uva. Posteriormente pasará a prensado y desfangado de forma natural, según nos cuenta Cristina.

Tras producirse una segunda fermentación llamada maloláctica, pasará a barricas de roble americano y francés por un tiempo de 6 meses, y después y durante otros 6 meses, reposará en botellas en las zonas más húmedas y frescas de la bodega, antes de salir al mercado que será allá por la Navidad de 2018. Pero esto ya lo contaremos con más detalle otro día, cuando lo veamos y … lo catemos!!!

 

Texto y fotografía: Joaquín Morales

 

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¿Qué sabes de vinos volcánicos?

Ayer, día 15 de mayo, organizada por la Asociación de Sumilleres de Córdoba y la empresa Pequeñas D.O.´s, con su gerente José Luis Hernández a la cabeza, en el local de nuestro amigo y contertulio Santi Carrillo de Bistro Vinos Suiza, tuvimos ocasión de conocer un poco más de cerca qué son «los vinos volcánicos» y qué singularidades presentan. A través de una inmersión en 12 vinos (7 blancos secos, un blanco semidulce y 4 tintos) intentamos descubrir «lo cierto» en esas señas de identidad que supuestamente una naturaleza en plena erupción en tiempos pasados quiso traspasarnos a través de las vides que hoy se asientan sobre esos terrenos llenos de magma y lava, y del vino que con ellas se elabora.

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Y es que, la creciente importancia que cada día toma el factor suelo como elemento diferenciador por las características que traslada a la uva, hacen que hoy se busquen más que nunca en la elaboración, y creo que con acierto, esas notas peculiares y distintivas procedentes del terreno en el resultado final de los vinos, aún cuando las variedades de uva sean las mismas.

La mineralidad, el toque terroso y un cierto «aroma a pólvora» son notas diferenciadoras e importantes de estos vinos procedentes de suelos volcánicos y que, en su mayoría, concentran sus pequeñas producciones en torno a las denominaciones de las Islas Canarias, concretamente las de Gran Canaria, La Gomera, La Palma y Tacoronte.

Vinos canarios de, por ejemplo, las Bodegas SAT Las Tirajanas, Bodegas Alisios, CB Montoro, Bodegas Las Cuevas, Bodegas Cráter y Bodegas Noroeste de La Palma; presentan a su vez una particularidad tremendamente llamativa, y es que son varietales de uvas prefiloxéricas como la albillo criollo (muy peculiar a mi parecer), la forastera blanca, la malvasía volcánica…

También son bastante conocidos y tuvimos ocasión de catar, algunos vinos volcánicos peninsulares, de la Tierra de Castilla, de una bodega muy consolidada como es Encomienda de Cervera en Almagro, en el corazón del macizo volcánico del Campo de Calatrava, con viñedos en altitudes entre los 750 y 850 metros. La variedades empleadas son chardonnay, verdejo y sauvignon para blancos; y tempranillo y syrah para tintos.

La experiencia nos dejó un postgusto agradable, y en cualquier caso aprendimos a rebuscar esas notas «volcánicas» que sin duda proporcionan un valor añadido a unos vinos que se consumen prácticamente en su totalidad en las propias Islas. La búsqueda de sus señas de identidad les proporciona un espacio propio muy interesante.

Personalmente, en blancos el Vega Norte, de Albillo criollo 100%,  me llamó la atención tanto por su aroma a albaricoque como por su boca golosa. Y en tintos, tuvimos de nuevo ocasión de saborear los estupendos vinos de Encomienda de Cervera que ya catáramos en Fenavin. El coupage de castellana, tintilla, verijadigo y listán negro de Bodegas las Tirajanas me pareció un tinto de gran estructura y digno de un buen final de cata.

También hay que destacar la armonización propuesta por Santi Carrillo para los  blancos con una magnífica mazamorra caramelizada, un paté de mejillones suave y unas berenjenas con miel en su punto. Los tintos lo acompañamos con una carrillera estupenda y terminamos con una espuma de yogur con maracuyá, frutos del bosque y un toque de hierbabuena de postre.

autor: joaquín morales

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Bodegas Sire: viñedos centenarios para un proyecto jóven e innovador

El pasado jueves 23 de febrero la empresa Máxima de Bebidas (grupo Heineken en Córdoba) organizó en sus instalaciones una cata de los vinos de la Bodegas Sire, de Peñafiel (Valladolid).

La invitación a Ángel González, presidente de la Asociación de Sumilleres de Córdoba, puso a prueba su capacidad de convocatoria entre los miembros de la misma y también lo que ello representa a fecha de hoy. Podríamos calificarla de notable, tanto dicha capacidad como los tiempos de bonanza y viveza por los que pasa la asociación en el  momento actual.

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Cómo prueba de esta «sintonía» presentamos aquí un post conjunto, compendio de la visión y de las opiniones de algunos de los miembros de la Asociación, compartidas, para que hoy puedan llegar a todos.

A modo de ejercicio interno creo que es sumamente interesante. No cabe duda que la integración del conjunto de las visiones es lo que da sentido a los grupos y en este caso hemos podido comprobar que las distintas percepciones individuales de la cata, unidas, suman y nos enseñan a todos.

Así lo vimos:

Sire es una bodega que integra vinos de las Denominaciones de Ribera del Duero y de Rueda, nacida de la ilusión y el amor por el mundo del vino, pero también de un gran conocimiento de este mercado, tal y como pudimos comprobar. Esto queda claro por la pasión con la que Kiko Pina, el dueño de este proyecto, habla de él, y porque los vinos dejan clara evidencia de esto.

La apuesta por elaborar vinos con cepas centenarias, cuidando rendimientos y en definitiva mimando la materia prima, queda patente en la calidad, complejidad e intensidad de estos vinos , como muy bien apunta Cristina Osuna.

Cepas viejas, grades vinos y espíritu joven en palabras de Gertru Pérez Alcántara

dsc_0374Cepas viejas, centenarias para presentar sus vinos en botellas nuevas e innovadoras.  La Botella Decanter Martín Berasategui System no dejó impasible a nadie: elegante (José Ignacio Fernández), llamativa y útil (David Romero), evita que los posos del vino queden en el fondo y no caigan a la copa, lo que las hace ideales para vinos con poco filtrado haciendo innecesaria la decantación (Álvaro Lara); atrevida, ergonómica y funcional se adapta a la mano a la hora de servir el vino (Kati Rodriguez)

NOTAS DE CATA para 4 vinos: un blanco y tres tintos.

– Sire blanco verdejo: correcto y conseguido

Verdejo 100%, fermentado en barrica y elaborado con uva procedente de viñas de mas de 40 años.  Vino nacido de la idea de elaborar verdejo, muy demandado actualmente,  pero dándole una vuelta de tuerca: objetivo conseguido. Un vino franco en nariz, con aromas varietales y propios de la fermentación en barrica que le aporta la untuosidad característica y lo hace más persistente en boca (Cristina Osuna). Aún después de la cata guarda intensidad aromática (Álvaro Lara).dsc_0359

Magnífico, sin excentricidades y  equilibrado (David Romero), sutil y elegante (Gertru Pérez). En definitiva, como dice Kati Rodriguez, «un vino franco, expresivo, con aromas primarios a cítricos maduros, hinojo y toques balsámicos.  Su paso en boca es armónico, sincero, con refrescante acidez, untuoso, postgusto largo y ligeramente amargo que invita a seguir disfrutando».

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– Sire 7: Algo más que roble

Tempranillo, procedente de viñas con cerca de 100 años y 7 meses de barrica. Vino de capa media-alta, intenso en nariz, agradable paso por boca. Y con «la sensación de que es un vino preparado para estar mas tiempo en barrica», en opinión de Cristina Osuna.

Un vino para copeo que para Álvaro Lara resultó el mas flojo de los 3 tintos, «pues la madera escondía bastante la fruta del vino, que es lo que esperas de un vino roble». Sin embargo a José Ignacio Fernández le pareció el más interesante, «El Versátil, con 7 meses de envejecimiento en barrica de roble le confieren  el cuerpo necesario para disfrutarlo sentado en una mesa junto a una buena carne y sin perder los aromas y el gusto frutal de un vino joven que tanto se disfruta en un copeo».

En la misma línea, a Kati Rodriguez, este 100% tempranillo le parece un «vino versátil, con aroma a frutas negras, ciruela, grosella, recuerdos terrosos que se entremezclan con toffee y cacao procedente de su paso en barrica, en boca, es aterciopelado, persistente, muy placentero de beber disfrutándolo solo o con un picapica».

– Sire 12: todo un crianza clásico

Un vino más al estilo Ribera del Duero clásico, «muy bien ensamblado los aromas y la madera, con buena acidez, con volumen en boca y que te pedía un trago tradsc_0372s otro. Un vino para acompañar carnes y con muy buena relación calidad-precio» según Álvaro Lara.

«Hermano mayor del anterior, capa alta, mayor intensidad y complejidad y un paso por boca agradable y más equilibrado, se nota ese tiempo más de crianza» (Cristina Osuna)

– Sire 24: el rey de la bodega

«Complejo, con aromas a dos mundos, majuelos antiguos y robles muy bien conjugados» fue la definición que Gertru Pérez hizo de él.

«El rey de la bodega, de cepas centenarias que solo podrían dar un vino para la contemplación y la tertulia. Un vino para regalártelo uno en una ocasión especial y compartirlo con gente que lo sepa apreciar» (Álvaro Lara)

Cati lo describió como un vino «para degustar, complejo, de gran finura, carnoso que evoluciona en boca, con una gran gama de aromas que va desde la cereza, ciruela, zarzamora pasando por torrefactos y ahumados, de gran largura».

«Vino de capa media-alta, algo evolucionado en color, pero de una gran complejidad aromática, en boca elegante, redondo y con una intensa retronasal» (Cristina Osuna).

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En definitiva, una buena cata, amena, didáctica y con vinos de mucha calidad, a la que, por ponerle un pero, faltaron para acompañar… «unos platitos de queso» como dice Álvaro Lara, o «un picapica» en palabras de Kati Rodriguez …

Y eso es todo…

Autor: Joaquín Morales

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¿Copa o catavino? ¿qué prefieres?

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Copa o catavino

Ya en su momento hablamos de la cata organizada por la Asociación Vinavin en la antigua y ya extinta Mantequería el Pensamiento, en la que decíamos tener «doble faena» y digo doble porque, además de catar 6 vinos de nuestra denominación Montilla-Moriles, lo hicimos en los «dos formatos», copa y catavino, motivo de debate desde que en la XXXIII Cata de Vino de este año se presentara la nueva copa. El debate no sólo perdura en bodegas, tabernas, y círculos de aficionados a nuestros magníficos caldos, sino que se incrementa, pues la magnífica copa que a mi entender se presentó «ha crecido dos centímetros por su tallo». La elección para el Consejo Regulador en su momento no fué nada fácil, pues en votación sobre la elección de la copa, de 27 miembros, apostaron a favor de ella 18. O sea, que no es un debate baladí, pues entre los propios bodegueros no hay unanimidad en ese sentido. Veremos que pasa con «este crecimiento». En mi opinión es sencillamente genial y ceo que quedará como una gran aportaanción del actual Consejo Regulador. (más…)