Córdoba

Córdoba imparable: SÍ a los nuevos valores de la cocina

Es sobradamente conocido el patrimonio monumental de Córdoba y lo que de reclamo turístico representa. Estamos asistiendo, no obstante, a un crecimieto sin precedentes del turismo en nuestra ciudad y en toda la provicincia y, afortunadamente, dejando atrás ese turismo «de paso» que tan mal sabor de boca nos dejaba. La mejora de las comunicaciones, una mayor y mejor presencia en redes sociales y el trabajo de algunos turoperadores están  incidiendo positivamente en ello. Es de destacar la labor tanto de las instituciones y Patronatos públicos como privados, tal que Asociaciones Hostecor y Córdoba Apetece, o Programas como FIDES, …

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Córdoba ha iniciado un camino para «quedarse» entre los grandes y verá multiplicar sus visitas en un futuro no tan lejano si se sigue en la senda iniciada. A ello ha contribuido sin duda la mejora sustancial de lo que todo viajero busca, más allá del «paisaje natural o monumental», rural o urbano, tan necesario: la posibilidad de convivir y conocer a sus gentes, de dormir «agustito», saborear sus vinos y, cómo no, disfrutar de su magnífica gastronomía.

Para ello ha sido crucial tanto el incremento de la oferta hotelera como la mejora de su calidad, a la vez que la puesta en valor de toda la zona en torno al río, al que hasta ahora, según mi parecer, se había dado bastante la espalda, y que ahora resulta una zona recuperada y muy atarctiva para la inversión de los empresarios del sector.

Y qué deciros de nuestros vinos,  galardonados recientemente por todo el mundo, sobre todo sus dulces PX. Medio centenar de bodegas y lagares activos repartidos por los 17 municipios que conforman el espacio de la Denominación de Origen Montilla-Moriles, y que cada día se afanan, de la mano de Consejo Regulador, por elevar sus estándares de calidad. También quitarse el sombrero con el trabajo de defensa de nuestros vinos que vienen haciendo los premios Mezquita, y las Asociaciones de Sumilleres y Vinavin.

En cuanto a la gastronomía, siempre hemos estado bastante bien preparados: grandes productos y platos, magníficos restaurantes y tabernas, y extraordinarios chef y empresarios. En ese sentido, para quitarse el sombrero.

Pero… decir que… además hoy, los cordobeses somos tremendamente afortunados al contar  con las nuevas hornadas de chef, jovencísimos y excelentes profesionales, tales como Kisko García, Paco Morales o Celia Jiménez, auténticos embajadores de Córdoba; igualmente ahí están los nuevos valores representados por Antonio López, Periko Ortega, José Mª González -que se nos vá, esperemos que provisionalmente-, Zahira chef-02Ortega, Paco López, Daniel Comino, Miriam Cozar, Juanjo Ruiz, Juan Pedro … entre otros (perdón por las ausencias). Ellos construyen una imagen que sin duda traspasa nuestras fronteras y coloca a Córdoba en el mapa mundial de la gastronomía. Han interpretado y transfomado  la esencia cordobesa en un producto global. Y, a modo de monumentos de barrio, empiezan a ser visitados por gentes de todos lados.

Es fundamental que los apoyemos de manera incondicional. Su trabajo trasciende nuestros debates locales.

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La labor de Cordoba Califato Gourmet me parece trascendental.

En definitiva, se dan todas las circunstacias. Conozcamos nuestros valores, valoremos nuestras cosas, seamos valientes. El futuro es sólo nuestro.

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¿Copa o catavino? ¿qué prefieres?

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Copa o catavino

Ya en su momento hablamos de la cata organizada por la Asociación Vinavin en la antigua y ya extinta Mantequería el Pensamiento, en la que decíamos tener «doble faena» y digo doble porque, además de catar 6 vinos de nuestra denominación Montilla-Moriles, lo hicimos en los «dos formatos», copa y catavino, motivo de debate desde que en la XXXIII Cata de Vino de este año se presentara la nueva copa. El debate no sólo perdura en bodegas, tabernas, y círculos de aficionados a nuestros magníficos caldos, sino que se incrementa, pues la magnífica copa que a mi entender se presentó «ha crecido dos centímetros por su tallo». La elección para el Consejo Regulador en su momento no fué nada fácil, pues en votación sobre la elección de la copa, de 27 miembros, apostaron a favor de ella 18. O sea, que no es un debate baladí, pues entre los propios bodegueros no hay unanimidad en ese sentido. Veremos que pasa con «este crecimiento». En mi opinión es sencillamente genial y ceo que quedará como una gran aportaanción del actual Consejo Regulador. (más…)

Sobre tabernas y «piqueras»

Según el diccionario de la Real Academia, piquera es una palabra femenina que procede de pico y que tiene varias acepciones:

• agujero pequeño en las colmenas para que las abejas entren o salgan
• agujero en los frentes de toneles y alambiques para que pueda salir el líquido
• agujero en la parte inferior de los hornos para salida del metal fundido
• canutillo en la mecha de encender
• herida en las carnes
ventana o rompimiento hecho en la pared de un jaraíz o lagar que da a la calle, para descargar por el los carros de uva

En el mundo de las tabernas sin embargo el cocepto de «piquera» es, digamos, adoptado y «rellenado» de contenido, adquiriendo su propio sentido. Encontramos una historia preciosa en un post de 2011 en el blog Calle Ancha, del profesor de Historia de la Universidad de Cádiz Alberto Ramos Santana, a saber:

No era un capricho, era una necesidad. Un periódico del siglo XVIII, Diario Pinciano, publicaba el 12 abril de 1788 un bando de la Chancillería de Valladolid que recogía las normas por las que habían de regirse las tabernas. Se ordenaba el cierre a las 9 de la noche hasta el 15 de abril, y desde esa fecha hasta el 15 de Octubre se ampliaba el horario una hora más; pero se estableció que si después de esas horas «fuese algún vecino a buscar vino por alguna necesidad urgente, se lo deben dar, con tal que sea por ventana, o reja, que debe haber para estos casos», añadiendo que «después del toque de oraciones, ninguno se detenga en las Tabernas más que el preciso tiempo de comprar el Vino» y también se estipulaba que en las puertas de las tabernas debía haber un farol mientras estuviesen abiertas de noche.

Para esos «servicios especiales y de guardia a modo de botica» y para vender vino a las mujeres, que por esas fechas más bien no podían -que no querían- entrar en las tabernas, surgieron las piqueras, ventanucos en las casapuertas o zaguanes, por donde se despachaba el vino, y que se conservan aún hoy en algunas tabernas cordobesas, si bien afortunadamente sólo como elemento arquitectónico curioso, lejos ya de ese sentido discriminatorio  y de exclusión, del todo injusto, de la sociedad que imperaba en esos momentos.

 

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