La crisis está renovando la hostelería. No cabe duda. Sólo hay que darse una vuelta por tabernas, bares y restaurantes y observar los cambios: las tapas mejoran en calidad y diseño, los aceites cada vez más personalizados, la carta de vinos se amplia, los envases más adecuados, los sistemas de conservación más evidentes, el personal queriendo saber más, los precios contenidos, …
Las crisis siempre miran al sector como salida fácil, pero ojo, ya no vale cualquier cosa. La imaginación y el conocimiento resultan claves, y en este sentido el CLIENTE resulta crucial. Es el juez que dictamina quién sigue y quien no. Es por ello que va siendo hora de una hostelería orientada al CLIENTE de forma generalizada, sin que ello signifique que desde el propio sector no se pueda enseñar. Se hace y mucho, pero también se ha de escuchar: nuestra asignatura pendiente. Esperemos aprobarla en este 2014 lleno de ilusión.