A veces nos empeñamos en buscar con inagotable persistencia y con las miras puestas siempre en el punto más lejano, todo aquello que entendemos calmará nuestros deseos más sofisticados acerca de las cosas más bellas.
Nos afanamos en visitar el sitio ideal, buscamos el clima perfecto, pensamos con frecuencia que todo será mejor si viene de más lejos, y que cualquier persona nos parece «algo más» si habla con otro acento e incluso en otro idioma. Creemos imposible que nos haya tocado por causa del destino -excepto en casos de chovinismo muy conocidos-, estar en el sitio adecuado.
De ser así, de estar en el sitio adecuado, incluso recelaríamos de nuestra buena suerte y por tanto nos parecería, cuando menos, sospechoso o una especie de «estado de somnolencia» impropio o de ilusión transitoria.
Todo ello debe responder, supongo, a un deseo o necesidad permanente de reafirmación constante, fruto quizá de una gran inseguridad o pesimismo histórico personal, y espero que no colectivo.
Pongamos un ejemplo. En un trayecto tan corto y frecuente para los cordobeses como el de Córdoba a Málaga, con la salvedad de haber optado por un desvío a la altura de Casa Bermeja en dirección a Velez Málaga, puse a prueba todas esas dudas e inseguridades mencionadas, y se las trasmito a ustedes en forma de preguntas, al objeto de, si pueden, me ayuden a resolverlas, y si realmente domina la inseguridad sobre la certeza:
¿Será esta campiña tan inmensa como yo la veo? ¿Es posible que nuestro olivar esté queriendo entrar ya a las puertas de nuestra ciudad, conquistando lo que provisionalmente fue un manto de trigo y girasol?
¿Es cierto que tras culminar la campiña, entre Montilla y Moriles, el olivar se entremezcla con el viñedo formando paisaje en superficie y entramado de raíces en lo más profundo de la tierra, que «dicen» es el sabor de todos nuestros recuerdos?
¿Son las zonas altas de la Sierra de Montilla y de los Moriles Altos tierras de nieve o es el reflejo de las albarizas lo que deslumbra?
¿Es verdad que el «amontillado», llamado también así en las lejanas y deseadas tierras de Jerez, es el vino más complejo sobre la tierra? ¿Es cierto que tiene dos vidas, y qué antes de serlo fue fino, y qué nunca fue conocido otro vino que para ser tal tuviera al menos 8 años?
¿Es verdad que Lucena tiene fama emprendedora y miras tan elevadas que para ello construyó la silla más grande del mundo? ¿Y es verdad, que aunque el golpe es más grande al caerse de una silla más alta, sus gentes siempre se levantan?
¿No parece que esté rodeada Antequera de un gran oasis de aprovisionamiento antes de entrar en las mil caras, formas y siluetas de esa catedral de piedra que es el Torcal?
¿No rompe cualquier esquema de pensamiento adentrarse en la Axarquía por Colmenar hasta Velez Málaga y ver como la tierra empinada se convierte en una taracea de olivos, almendros, viñedos, aguacates y ahora también mangos? ¿Quién fue capaz de terminar el puzzle?
¿Es posible que haya gentes que vivan en Comares, dónde da vértigo subir? ¿Cómo no va a ser una atalaya inexpugnable si parece construida contra las leyes de la gravedad?
¿Por qué las montañas te enseñan el Mediterráneo mucho antes de huelas el mar? ¿Será para advertirte que están allí precisamente para que sea posible ese clima de la costa malagueña, sólo para unos pocos privilegiados del mundo?
Agradable y bonito viaje el que acabo de hacer de tu mano.
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