Impresionante ciudad la de Cuenca, de la que no encuentras indicadores de su existencia hasta 70 km antes de llegar y que aparece de pronto como un dragón de dos cabezas. Todo nos ha sorprendido, sus gentes amables y generosas, sus platos bien rellenos, las piedras que hablan, lo inexpugnable del lugar, las hoces que envuelven, la historia confusa contada por inconformistas en la noche, la mezcla de estilos sucesión de imposiciones; todo nos ha sorprendido. Y especialmente un museo, el de arte abstracto, fruto del tesón de los importantes artistas que lo crearon, colgado de la piedra, impresionante. De allí traemos los colores para nuestras ideas. Una colección de paisajes de Eusebio Sempere, entre ellos «Campo de mimbre» (foto) inspira nuestros platos y enraiza con nuestra idea de pura cepa.